La Parroquia Nuestra Señora del Rosario de la pedanía de Sucina tiene sus orígenes en el s. XVIII cuando D. Baltasar Arteaga, presbítero, destina la hacienda de su propiedad situada en el Campo de Murcia, llamada Cañada de Sucina, a la fundación de una capellanía colativa y perpetua, que tendría como consecuencia la gestación de una nueva localidad y parroquia. En aquel momento era obispo de Cartagena D. Juan Mateo López Sáenz y el primer párroco fue D. Juan Rubio Blanco.
Tras el fallecimiento de D. Baltasar Arteaga se otorgó a la Parroquia e Iglesia el frontal, manteles y candeleros de su oratorio, y cedió dos cuadros, uno de la Purísima Concepción, cuyo deseo fue que se colocasen en los colaterales del Altar Mayor.
La parroquia dispone de planta de cruz latina, tres naves y crucero sobre el que se eleva una gran cúpula. Su fachada principal se divide en tres cuerpos: uno central donde se sitúa el portón de acceso al templo, realizado en madera recubierta de metal; sobre él dos sencillas ventanas rectangulares con vidrieras; y coronando todo, una hornacina enmarcada en u arco apuntado, con pequeña escultura de la Virgen.
Los cuerpos laterales se corresponden con las otras dos naves, naciendo del izquierdo el torreón con reloj, campana en el segundo cuerpo y un tercer cuerpo de forma hexagonal muy ornamentado en contraste con el resto de edificio.